Nos resulta imperioso expresar la visión que tenemos sobre este tema, que según nuestra comprensión y a riesgo de equivocarnos, emplea términos similares a los gnósticos, pero difieren en su esencia pudiendo confundirnos y entorpecer el trabajo interior que estamos realizando.
No podemos negar la importancia de la autoestima como valoración positiva de sí mismo, a fin de llevar a cabo la magna empresa de la Autorrealización Íntima del Ser.
No podemos negar la importancia de la autoestima como valoración positiva de sí mismo, a fin de llevar a cabo la magna empresa de la Autorrealización Íntima del Ser.
Resulta inconcebible poder siquiera comenzar a realizar el trabajo esotérico gnóstico, si no tenemos una valoración exacta de lo que somos, y si no sentimos amor a sí mismos. De ese conocimiento interior profundo y cierto, y de ese sentimiento puro hacia nuestra realidad interior, nace la confianza en nosotros para emprender la Gran Tarea.
Sin embargo, no debemos confundir la autoestima con querer a la personalidad, al ego o al mi mismo, error que comete la psicología académica al ignorar todo lo concerniente al mundo del espíritu y estudiar únicamente lo referente a la personalidad y la mente en general.
Recordemos lo que nos enseña el Maestro Samael en su libro la REVOLUCIÓN DE LA DIALÉCTICA, en el capítulo referente a Imágen, Valores e Identidad:
“Necesitamos mejorar la calidad de valores, identidad a imagen de sí mismos. Pienso que un cambio de valores, de imagen y de identidad, es fundamental. El animal intelectual, equivocadamente llamado hombre, se ha educado para negar su auténtica identidad, valores e imagen. Necesitamos pasar por una revolución total y por un cambio definitivo en la cuestión ésta de imagen, valores e identidad.”
Agrega más adelante: “La imagen exterior del hombre, y las diversas circunstancias que le rodean, son el resultado exacto de su imagen interior y de sus procesos psicológicos. Auto imagen es diferente, es el K.H. íntimo, el Hombre Kósmico, el Kosmos Hombre, nuestro prototipo divinal, el Real Ser.
Imagen, valores e identidad, deben ser cambiados radicalmente. Esto es revolución integral. Necesitamos identidad del Ser, valores del Ser e imagen del Ser.”
En el mismo capítulo Imagen, Valores e Identidad, el Maestro nos dice: “Los valores del Ser constituyen la inteligencia. Las reservas de inteligencia son las diversas partes del Ser que nos guían y orientan en el trabajo psicológico relacionado con la aniquilación del ego y la liberación de la mente.”
No rechazamos la personalidad, recordemos que ella es un vehículo energético que nace y muere en el tiempo, que es necesario e imprescindible para vivir y trabajar sobre si mismos, que puede ser un instrumento maravilloso si el Ser - y no el ego - se manifiesta a través suyo; por ende, depositar en la personalidad nuestra auto estima resultaría absurdo e inconsistente cuando es nuestra esencia, nuestro Ser, lo único real e imperecedero, fuente de todos los recursos, valores, conocimientos y facultades que requerimos para la Gran Obra.
Se nos ha enseñado que la personalidad es útil, necesaria e imprescindible en el trabajo interior hasta las últimas etapas en que debe ser destruida para que sólo el Ser se manifieste libremente. Pero de ahí a que la queramos o amemos, que nos establezcamos más fuertemente en ella de lo que estamos, es un error que puede estancar nuestro trabajo.

En su libro La Gran Rebelión, expresa: “Cuando uno reconoce su propia nadidad y miseria interior, cuando tiene el valor de revisar su vida, indubitablemente viene a saber por sí mismo que de ninguna manera posee méritos de ninguna especie.” Luego cita una de las Bienaventuranzas de Jesucristo: "Bienaventurados los pobres de espíritu porque ellos recibirán el reino de los cielos", y nos aclara “Pobres de espíritu o indigentes del espíritu, son realmente aquellos que reconocen su propia nadidad, desvergüenza y miseria interior. Esa clase de seres incuestionablemente reciben la iluminación.” ¿y la autoestima?
Del párrafo anterior no creo que algún defensor de la autoestima predicada por la psicología contemporánea, pueda extraer una línea con la que esté de acuerdo. Por el contrario, en sus lineamientos generales sostienen que la autoestima es el aprecio que tenemos por nosotros mismos, de nuestra forma de pensar, actuar y sentir.
Definen la autoestima como “el sentimiento valorativo de nuestro ser, de nuestra manera de ser, de quienes somos nosotros, del conjunto de rasgos corporales, mentales y espirituales que configuran nuestra personalidad. La autoestima, además es aprender a querernos y respetarnos”. Claro está que entienden a “nuestro ser” como “nuestra manera de ser”, en definitiva a todo aquello que constituye nuestra personalidad; y aquello de “aprender a querernos y respetarnos” va igualmente dirigido a dicha personalidad.
Nuestra apreciación sobre este tema, no implica destruir la confianza en sí mismos, o desarrollar un complejo de culpa, o sentirse tan poca cosa que nos quedamos paralizados mirando el piso temblorosamente.
Por el contrario, queremos que la confianza en si mismos sea auténtica, fuerte, segura, cimentada en el Ser, en lo atemporal, en lo Real, en las reservas de inteligencia o Aspectos del Ser, y no en valores subjetivos contradictorios, temporales, fuentes de dolor y miseria, ni en un vehículo energético que abandonaremos al morir y que se desintegrará lastimosamente en nuestro sepulcro.
Queremos estudiar nuestra personalidad para descubrir sus fallas, sus cualidades y utilizarla concientemente para bien de la Gran Obra del Padre y de la humanidad doliente. Para ello debe ser una personalidad fuerte, bien estructurada y alimentada. ¿Acaso la Madre Teresa de Calcuta no tenía una personalidad fuerte, su amor y confianza en Dios? Pero seguro estoy que su autoestima no era de orden personal sino netamente espiritual al igual que la del Maestro Samael.
Queremos evaluarnos, conocer nuestros aciertos y no tener miedo a sentirnos culpables por los errores cometidos, por el dolor que generamos a nosotros mismos y a los demás… de este reconocimiento del error, de su confrontación con el Ser surgirá naturalmente el arrepentimiento y la consecuente eliminación de las agregados psicológicos que cargamos dentro, merced a la intervención de nuestra Divina Madre Kundalini.
Samael expresa reiteradamente que la esencia es nuestra chispa divina, lo más digno que tenemos dentro, una fracción de nuestra Alma, que en ella está todo el conocimiento de la Gran Obra: “En la Esencia está la Religión, el BUDDHA, la Sabiduría, las partículas de dolor de nuestro Padre que esta en los Cielos y todos los datos que necesitamos para la AUTO-REALIZACION INTIMA DEL SER.” Obviamente, nuestra auto-estima debe radicar en ella, en lo que realmente somos y valemos.
Sólo con la autoestima bien alta, firmemente establecida en el Ser, tomaremos confianza cierta en sí mismos, podremos auto-conocernos e ir eliminando todo aquello que tiene sabor a ego, amaremos a Dios y a nuestro prójimo como a sí mismos, y podremos transitar por la senda que nos conduce a la liberación final.