lunes, 12 de mayo de 2008

LA CULPA Y EL AUTO-PERDON

No es nada sencillo realizar la Gran Obra del Padre.

Sucede que tenemos el centro de gravedad en la personalidad, y todo lo que la alimenta y fortalece nos parece lógico, normal y bueno; así fuimos criados y educados.
El mundo en que vivimos - que no es otra cosa que la extensión de nosotros mismos - desconoce por completo todo lo concerniente al espíritu.
La mayor parte de nosotros– recordemos que somos un 97% de egos - y del mundo exterior (incluido la educación, cultura, familia, sociedad, etc.) se resisten a cualquier cambio.

Cuando nos llega la Gnosis - un mensaje puro, claro y práctico de cómo llegar y encarnar a Dios - todo se vuelve en contra, hasta la propia naturaleza.

Frente a este panorama desalentador, debemos tomar una actitud realista y valiente.

No nos largan a la batalla a luchar con un bouquet de flores, por el contrario, contamos con el Logos Solar que quiere convertirnos en Hombres Solares, con un poderoso ejército integrado por nuestro Real Ser y los diferentes aspectos que lo componen – destacamos nada menos que a la Divina Madre Kundalini, al Cristo Íntimo, nuestra propia Esencia, los 12 apóstoles, etc. – con la Logia Blanca que está dispuesta a protegernos, ayudarnos, asistirnos, instruirnos, y finalmente contamos para esta dura pelea, con el Logos de la Fuerza, quien nos dejó la Doctrina concreta para regresar al seno del Padre; hablamos naturalmente de nuestro Gurú Samael Aun Weor.
¿Qué más necesitamos?

En las universidades se estudia lo relacionado con el mundo físico, la personalidad y la mente. Muy poco se sabe - y menos se enseña – lo relativo a la cuarta dimensión y otras superiores; quizás algo en algún laboratorio o cátedra de parapsicología, o donde se estudie el átomo. Del espíritu, del alma, puede ser que se hable, pero en ese ámbito no se conoce nada.
En la psicología contemporánea se llama espíritu a lo que es mente y de ésta se sabe algo en su nivel más superficial. ¿Qué se conoce de la conciencia en sí, de los distintos niveles del subconsciente, de la infraconciencia, de la supraconciencia? …prácticamente nada. ¿Cómo se puede hablar del ser humano si no sólo se desconoce sino que se niega todo sobre existencias pasadas, los principios anímicos y el Ser? Cuando se da un concepto psicológico por cierto, se ignora que únicamente abarca la personalidad actual y un poco de la mente.
Por ello es que en la psicología contemporánea, con la mejor intención se aconseja fortalecer la auto-estima personal – y no la espiritual - el ego, y se habla de la individualidad como algo seguro y concreto.

Es completamente comprensible que si no creemos en otras existencias pasadas, en la vida después de la muerte - algunos ni en Dios o el alma - se estudie sólo lo más tangible y cercano, como lo es el cuerpo físico, los afectos, la mente, el ego y la personalidad. De todo esto, es natural deducir que se busque fortalecer y desarrollar las cualidades que poseen, en busca de una relación más armónica con el medio y de satisfacer la necesidad de manifestación que poseen dichos aspectos psicológicos.

Que esto se pueda comprender, no quiere decir que se comparta.

La doctrina gnóstica y el conocimiento directo nos enseñan que somos una pluralidad psicológica, que no tenemos individualidad, que nuestra personalidad energética es temporal y falsa pues está al servicio de los agregados psíquicos y no del Ser. Expresa claramente que esos múltiples yoes que cargamos en nuestro interior vienen de existencias anteriores y que seguimos creando otros en el presente, que son tiempo y dolor. Por otro lado, nos dice que tenemos al Ser, que existen los mundos superiores e inferiores de conciencia, y fundamentalmente que debemos despertar, morir, nacer y servir a la humanidad.

Una tiene su fundamento en la personalidad y la mente durante esta vida, mientras que la otra (la Gnosis) estudia al hombre como tríada de cuerpo, alma y espíritu, en el pasado, presente y futuro, buscando cambiar el centro de gravedad de la personalidad a la esencia, a fin de lograr la auto-realización íntima del Ser.

Si sentimos el llamado espiritual de iniciar una revolución interior, un cambio radical, y queremos atender ese reclamo que viene de lo más profundo del espíritu, debemos ser muy cuidadosos, y no confundirnos con promesas fáciles y caminos tentadores que nos conducen en sentido radicalmente opuesto al que anhelamos recorrer.

A modo de ejemplo, hemos escuchado el comentario que los gnósticos con eso de eliminar el ego, generamos un gran sentimiento de culpa, nos fanatizamos con aquello de la muerte de los agregados psicológicos y nos traumamos. También hemos visto como se ha puesto de moda lo de aprender a perdonarse a sí mismo, a fin de liberarnos.
Ambos conceptos (sentimiento de culpa y perdonarse a si mismo) presentan un panorama tentador para aflojar las tensiones y tomar en forma menos dramática el trabajo esotérico gnóstico. La tentación es fuerte, la mente está dispuesta a aceptar gustosamente, y se tiene un sentimiento de alivio ante tan prometedor aporte.

Tanto la culpa como también el pasado pueden atarnos, torturarnos y destruirnos si vivimos bloqueados en ellos.

El gnóstico no se petrifica observando dolorosamente su vida hacia atrás, carcomiéndose por un sentimiento culpa. Por el contrario, trabaja el ego que es tiempo, que es memoria, y mediante la comprensión - sintiéndose responsable por el error cometido - elimina ese agregado psíquico con el poder mágico de la Divina Madre Kundalini, liberándose tanto del ego como del mismo sentimiento de culpa.
No debemos traumatizarnos por descubrir que somos responsables por nuestras acciones pasadas. Nada está más lejos de una labor seria sobre sí mismos, que crear un complejo de culpa por trabajar un yo determinado. Si esto sucede, el trabajo está mal hecho.

Samael nos dice que “Somos capaces de renunciar a todo, menos a nuestro pasado y a nuestro dolor”.

Esa renunciación, esa liberación se hace con la ayuda de los átomos liberadores del Ser, lo cual no quiere decir que no debamos mirar ni estudiar más nuestro pasado, porque sería dejar de trabajar el ego, que es tiempo y dolor.
Lo que debemos hacer es dejar de vivir en el pasado, en nuestro abolengo, en las tradiciones, en las costumbres, en nuestros resentimientos, odios, deseos, sufrimientos, etc., o atarnos a nuestras derrotas o triunfos circunstanciales, creyéndonos dueños de lo que hicimos y lo que obtuvimos, cuando simplemente somos meros administradores por un tiempo efímero de lo que tenemos.

Por el contrario, debemos establecernos firmemente en la filosofía de la momentaneidad, viviendo el “aquí y ahora”, el presente, libres de todo sentimiento de posesión temporal, sin ataduras con el pasado.

Debemos dejar de ser tan morbosos con el dolor que nos provocan los agregados psíquicos, y sacrificarlo definitivamente.

¿Cuantas veces observamos - y participamos - en esa curiosa competencia coloquial que se produce en la sala de espera de un consultorio médico, en la cual buscamos ganar al interlocutor ocasional con la experiencia más dolorosa y cruenta?
Es que los seres humanos – o mejor dijo los animales intelectuales – somos en verdad raros.

Se define a la culpa como “la acción u omisión que provoca un sentimiento de responsabilidad por un daño causado”. Claro está, que al comprender y comprobar que cometimos un error, debemos sentirnos responsables por tal hecho; es “normal” que así suceda (aunque no muy “común” hoy en día). Vivir torturándose, diría con morbosidad, con ese dolor por el daño causado, no es correcto; es un error.

Ese sentimiento que surge de comprender que somos culpables de algo, va asociado al de arrepentimiento (sentir pesar por haber hecho o haber dejado de hacer algo). Se podría decir que no podemos arrepentirnos si no nos sentimos culpables o responsables de haber hecho u omitido de hacer algo; por eso es que van prácticamente juntos.
Si conducimos un automóvil y “distraídos” (léase “dormidos”) atropellamos a una persona que está cruzando una senda peatonal, aunque no la hayamos lastimado gravemente, es natural y normal que nos sintamos culpables del desgraciado acontecimiento. Por ende, nos sentimos responsables de lo sucedido y si aún tenemos un poco de esencia libre, seguro que simultáneamente nos arrepentimos de no haber conducido más concientes, en estado de alerta percepción, con mente serena, etc.

Descubrir el error, y entender que somos los causantes de provocar con ello un dolor, nos lleva a sentirnos culpables obviamente del daño causado y también arrepentidos. Si sometemos este descubrimiento a la meditación, podremos comprenderlo en profundidad y rogar a nuestra Divina Madre Kundalini que elimine al o a los agregados psicológicos que intervinieron en dicho evento.
Ahora bien, si a ese sentimiento de culpa lo dejamos manifestarse en la mente, en el centro emocional, etc., nos identificamos con él, y morbosamente lo alimentamos permitiendo que crezca, se complique, se relacione con más agregados psicológicos y lo dejamos que se apodere de nuestra maquinaria psicológica, es muy claro que creamos un monstruo y que tenemos que trabajar ese complejo urgentemente.

Como consecuencia del dolor que el proceso de auto-conocimiento de los yoes produce y de las consecuencias que acarrea para la personalidad y el ego, surge en el momento actual, como por encanto, el bálsamo refrescante y novedoso de “perdonarse a si mismo”.

En primera instancia su sola mención nos produce alegría al vislumbrar un alivio, una tregua en la dura brega, que la personalidad está enteramente dispuesta a aceptar y los yoes enloquecidos por apoyar incondicionalmente dado que esto significa que la sentencia de muerte queda suspendida, o aplazada definitivamente.

Reflexionando sobre esto de perdonarse a sí mismo, resulta claro que no se refiere a una acción de carácter espiritual, pues sabido es que sólo la Divinidad puede llegar a perdonarnos (la Divina Madre Kundalini, la Ley, etc.). Hasta se ve absurdo a la personalidad o al ego perdonándose a si mismo. Por defecto, si es algo de corte personal o mental, está claro que lo que se está buscando es calmar un poco el sufrimiento que produce el pesado fardo de nuestros errores; por ese sendero, seguro es que el ego no muere.

Recordemos que para que se produzca la destrucción del cualquier yo, debe existir un proceso didáctico de auto-observación conciente, auto-descubrimiento, análisis, se debe someter a la meditación profunda para que surja la comprensión y posteriormente culminar con la eliminación del agregado psíquico.
No es un proceso mecánico, es conciente, y se deben pasar por grandes crisis emocionales, se debe sentir dolor por el daño causado, arrepentimiento, de esta manera nuestro Kaom interior, el Juez interior, puede dictaminar la ejecución del ego y la Divina Madre Kundalini empuñando la lanza de Eros, lo pueda eliminar. Pero si no nos sentimos responsables por el perjuicio ocasionado (sea a otros o a nosotros mismos), si no nos sentimos culpables, el Juez no puede decretar la destrucción del agregado psíquico ni la Serpiente Sagrada descargar el Fuego Divino sobre esa entidad tenebrosa que hemos descubierto.

Debemos tomar en cuenta que también generamos karma por el agregado psíquico que creamos y que nos produjo daño personal, o a otras personas.

"Si el devoto verdaderamente se resuelve a corregir sus errores y a hollar la senda de la santidad, puede pedir a la Divina Madre el perdón de su Karma pasado, y la Madre Divina lo perdona. Pero si el devoto no se corrige ni sigue la senda de la santidad, es entonces inútil pedir perdón a la Madre Divina, porque ella no lo perdona.
La Madre Divina perdona a sus hijos arrepentidos verdaderamente. Ella sabe perdonar a sus hijos porque son sus hijos.
Todo el Karma de las malas acciones de pasadas reencarnaciones puede ser perdonado por la Madre Divina. Cuando el arrepentimiento es absoluto, el castigo sale sobrando."
(EL MAGNOS OPUS del V. M. Samael Aun Weor)

En el libro Sí, hay infierno, Sí, hay diablo, sí, hay karma, nuestro Gurú expresa lo siguiente:
"Surge, a simple vista, nuestro modo de comprender la expiación de culpas. Jamás podríamos concebir que alguna cuenta expiatoria, por grave que esta fuese, no llegase por último a un final. Es claro que la Justicia Divina jamás fallaría. Toda culpa, por grave que ésta sea, tiene su equivalente matemático exacto expiatorio; no es posible pagar más de lo que se debe, y si la Divinidad cobrase más de lo debido, obviamente no sería justa."

A veces ese karma es grande y para eliminar el ego en cuestión, la Divina Madre debe esperar un tiempo determinado. A veces no sentimos que haya muerto el defecto psicológico que estamos trabajando, pero hay que pagar el precio por haberlo creado.

Es fácil de entender que si destruimos la vida de una persona o una familia en un arrebato de odio y violencia, pues con haber comprendido en meditación que estuvimos mal, no vamos a pretender que Devi Kundalini Shakty elimine ese, o esos monstruos interiores que cargamos dentro y que hicieron tanto daño. Menos aún nos parece sensato, sino más bien absurdo, que para mitigar el dolor de sentirnos culpables, nos perdonemos a sí mismos y le demos unas vacaciones al ego, al Ser y a nuestro trabajo esotérico gnóstico, tan ingenuamente.

Las presiones de arrastrar un error del pasado, la culpa de una actitud equivocada – entre otras causas – nos lleva a vivir angustiados, tensos, irritables, frustrados y a la larga puede quebrantar nuestra salud. Cuando uno comprende esta situación que está viviendo, dicen que puede perdonarse a si mismo
Un escrito expresa sobre el tema:
“Cuando uno se perdona así mismo, ocurren cosas maravillosas. Cada vez que no aceptamos algo dentro de nosotros mismos hay cierta tensión y una energía estancada en el campo. Estas distorsiones a la larga llevan a enfermedad. Cuando nos perdonamos, desbloqueamos el flujo de energía.”

En el trabajo esotérico gnóstico, se vive de otra manera. Samael dice en la conferencia Como cristalizar Alma:
"Con esto de que “el agua debe hervir a cien grados”, estoy hablando de forma parabólica: Quiero decir que necesitamos pasar por grandes crisis emocionales para desintegrar cada defecto de tipo psicológico.
Sé del caso de una hermana gnóstica que esta trabajando en forma terrible sobre sí misma, con peligro hasta de enfermarse del corazón. Esa hermana, en tremendos y supremos autoarrepentimientos, llora diariamente y gime, sufre, nunca se ha creído más que nadie, y sin embargo, es un Bodhisattva caído, el Bodhisattva de un Ángel (¡ojalá muchos imitaran ese ejemplo!).
Quiénes así actúen, con supremo arrepentimiento, trabajando sobre tal o cual defecto de tipo psicológico, incuestionablemente van desintegrando, uno a uno, los agregados psíquicos, y en su reemplazo irá cristalizando en ellos, eso que se llama ALMA”.

Me surgen algunas preguntas:
¿Es posible que la Hermana Gnóstica que cita el V. M. Samael no se haya sentido “culpable” de haber creado esos defectos psicológicos?
¿Será que debió perdonarse a sí misma para evitar enfermarse por el remordimiento que sentía en los procesos de destrucción del agregado psíquico?
¿Podemos libremente pensar o afirmar que con sólo calentar el agua a 60 grados en lugar de 100, sin sentir mucha responsabilidad por el daño causado (culpa), sin pasar por el dolor de la crisis emocional, “perdonándose a sí mismo”, puede uno eliminar el ego?

Finalmente, al perdonarse a sí mismo… ¿quién perdona a quién?
Para terminar con estas reflexiones, recogemos las siguientes palabras del Avatara de Acuario de la conferencia “Psicología del Autoconocimiento” (5º Evangelio):
"Así que, al intentar nosotros una transformación de sí mismos, tenemos que volvernos un poco más individuales (no quiero decir “egoístas”; subentiéndase esto como aprender a pensar mejor de una forma más independiente y perfecta), porque muchas sentencias sagradas (“máximas de oro”, como ya dije; aforismos que todo el mundo considera perfectos), realmente no podrían servir de patrón de medida para conseguir una transformación auténtica y una organización de la psiquis dentro de nosotros.
Se trata de organizar la psiquis interna, y tenemos que salir de tanto racionalismo de tipo subjetivo, e ir (como se dice) “al grano, a los hechos”: afrontar nuestros propios errores, como son; no querer nunca justificarlos, no tratar de huir de ellos, no intentar disculparlos. Se necesita que nos volvamos más serios; en la analítica tenemos que ser, dijéramos, más juiciosos, más comprensivos.
Si en verdad no buscamos escapatorias, entonces sí podemos trabajar sobre sí mismos para conseguir la organización del Hombre Psicológico y dejar de ser meros “animales intelectuales” (como hasta ahora somos)."